Universidad de Ciencias Médicas de Holguín

Voces compartidas: historias de médicos cubanos internacionalistas

Como fichas de dominó, una vez que el coronavirus se expandió por el mundo, cayeron al borde del colapso los sistemas de atención médica en muchos países. Entonces, guiados por esa filosofía de brindar auxilio a quien lo necesite, las brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, de Cuba, tomaron sus mochilas y se alistaron para colaborar en la asistencia médica y en el asesoramiento a las autoridades sanitarias de las naciones que así lo solicitaron.

El amor los unió en matrimonio. Hoy los pinareños Mariela González Medina y Luis Emilio Valdés Salgado se encuentran en la comuna de Moudjbara, perteneciente a la Wilaya (provincia) Djelfa, en Argelia, desafiando una situación compleja. Además de atender afecciones respiratorias agudas, debido a la arena del desierto, la sequía y el clima frío, así como enfermedades parasitarias, diarreas, infecciones de la piel y otras, ellos ayudan a luchar contra la pandemia.

“Estamos ante una situación desconocida, razón por la cual tenemos presentes el riesgo que ofrece la COVID-19, con su elevado por ciento de pacientes asintomáticos y su alta transmisibilidad. Nos capacitamos, cumplimos con las normas de protección personal, enfatizando sobre todo en el lavado de manos y en el uso del nasobuco, así como en los procesos de desinfección, haciendo de esta actividad una rutina diaria, con una férrea disciplina tanto a la salida de nuestras viviendas, en el tránsito al policlínico, a nuestra llegada a las consultas y el retorno a la casa”, detalla la ginecobstetra González Medina.

En estos tiempos ver la alegría y la felicidad de una madre al dar a luz a su hijo, en medio de tanto dolor y pérdidas de vidas humanas, les reconforta y da fuerzas para seguir adelante en situaciones tan complicadas.

“Miles de personas falleciendo en el mundo y nosotros aquí en medio de este desierto trayendo vidas y alegría a la familia argelina. Esas son nuestras mejores anécdotas, nuestro trabajo día a día”, asegura Valdés Salgado, médico especialista en MGI, verticalizado en Pediatría.

Apenas unas letras enviadas vía WhatsApp y rápidamente las licenciadas en enfermería, Yakelín Oliva Pluma y Odalis Caridad García Chala compartieron los sentimientos que han ido aflorando cada día de permanencia en la zona roja. Ambas, trabajaron en el Hospital Nostra Senyora de Meritxell, en el Principado de Andorra. La artemiseña Yaquelín en el bloque quirúrgico, desempeñándose como enfermera anestesista y la avileña Odalis en la sala COVID 3.

Quizás el idioma, la idiosincrasia o las tecnologías representaron un obstáculo para desenvolverse, más lo resolvieron con naturalidad. Aunque estuvieran en otra nación, los perfiles de trabajo son semejantes y el objetivo uno: frenar la transmisión del nuevo coronavirus.

Estas mujeres cubanas también han sentido temor, al atender a los pacientes; sin embargo, luego, verles recuperados “resulta una experiencia única”.

“Te da esa emoción, el ánimo de vivir y decir salvé vidas. Qué bonito es eso; esa es la vida misma que te da alegría, es un orgullo. Es todo, más que humanidad, que solidaridad, que sentimiento, que todo”, exterioriza emocionada Odalis.

“Mil puntos para Cuba, que vivan los cubanos”, fue una de las tantas expresiones que recuerda Leidysbet López Cantero, otra de las 25 enfermeras que integró el contingente Henry Reeve en el pequeño principado, ubicado entre Francia y España, en las montañas de los Pirineos.

“Me paro en la ventana de mi habitación y escucho las letras del Himno Nacional y oigo los aplausos de todos los vecinos que están alrededor del lugar de residencia gritando Cuba Libre y Viva Cuba.

“Y lo más importante ha sido el intercambio de conocimientos culturales que hemos tenido, porque nosotros les transmitimos a ellos enseñanzas de todo tipo, igual que ellos nos las ofrecen a nosotros: hábitos de comidas, de bebidas y, sobre todo, de supervivencia. Acá nos sentimos como en casa”, evoca López Cantero.

La distancia, el regreso

Gracias a sus voces compartidas, hoy sabemos que muchos de los médicos no han podido evitar derramar lágrimas cuando, mediante voz, textos o videollamadas, conversan con sus familias. Otros consiguen aguantar sus emociones para no demostrar cuánto se extraña, pero no hay ninguno que no haya mencionado sentirse orgulloso de haber aceptado partir para poner en jaque a esta enfermedad. Imbuidos del humanismo, altruismo y profesionalidad de la medicina cubana.

Luego de dos meses y 14 días brindando sus servicios a pacientes positivos en Lombardía, Italia, el doctor Yasser Haber Molina, regresó a Cuba. Parado en una esquina de la Plaza Duomo, en Crema mira a la cámara, apunta, y nos regala una mirada limpia, la de un ser que se aferra a esa máxima martiana: “el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber.

Colaboración: Lic. Dianisel Ballester Garrido